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El agro de Córdoba, con menor producción y caída en los ingresos
|| Alejandro Rollán
lavoz.com.ar


Con la soja ya recolectada en su totalidad y con las cosechadoras trabajando sobre los lotes sembrados con maíz, una tarea que se extenderá hasta agosto, la producción agrícola 2019/2020 en la provincia va perfilando su balance productivo y económico. Si bien por ahora no existe una proyección oficial, ya que el Ministerio de Agricultura de la Provincia esperará a tener más definida la recolección para dar una cifra de cómo le fue a cada uno de los cultivos, ya hay cálculos que permiten dimensionar el desempeño de la soja, maíz, trigo, maní y sorgo en la provincia. Esa cifra pertenece a la Bolsa de Cereales de Córdoba, que se ajusta a la estimación global que desde la cartera agropecuaria se difundió días atrás de una cosecha de 40 millones de toneladas.

Según datos de la entidad bursátil, la actual cosecha en la provincia tendrá un volumen de 39,97 millones de toneladas, lo que representa una caída del 6,17 por ciento respecto a la anterior (2018/2019), cuando se alcanzó el récord de 42,6 millones de toneladas. En magnitud, representa una retracción de 2,63 millones de toneladas.

“Tuvimos una producción que fue más baja respecto al récord del año pasado, que seguramente no va a ser fácil de superar en el corto plazo, pero que no deja de ser una excelente campaña que está por encima de la media”, aclara Gonzalo Agusto, economista de la Bolsa de Cereales de Córdoba

En cuanto a su valor bruto, los cinco granos generarán ingresos por alrededor de 9.385,92 millones de dólares, cifra que representa una caída del 9,5 por ciento en relación a la cosecha pasada, cuando habían contribuido con 10.370 millones de dólares.

La caída en el aporte –a pesar de que el productor había invertido más en superficie sembrada– representa alrededor de 984 millones de dólares menos para la economía de la provincia.

Con un Producto Bruto Geográfico local, que según el economista del Ieral de la Fundación Mediterránea Juan Manuel Garzón puede rondar los 40 mil millones de dólares, “teniendo en cuenta el actual contexto de alta volatilidad”, aclara el economista, la caída en los ingresos del agro representan 2,5 puntos porcentuales.

La pérdida de ingresos equivale, por ejemplo, al 60 por ciento de la deuda de la empresa Vicentin y alcanzaría para la compra de 3.800 cosechadoras (representa el total de tres años de ventas en el mercado nacional), 10 mil tractores y 14 mil departamentos de un dormitorio en la ciudad de Córdoba.

Razones

El impacto del clima, que no se comportó de la misma manera que en la campaña anterior, y la baja en los precios internacionales fueron los dos factores que incidieron para que la mayor inversión realizada por los productores no pudiera traducirse en más producción y mayores ingresos.

En comparación con el ejercicio agrícola 2018/2019, en la provincia se sembraron 445 mil hectáreas más, lideradas por el maíz con 190 mil hectáreas, el trigo con 165 mil hectáreas y la soja con 90 mil hectáreas. En total, la inversión adicional respecto a la cosecha anterior superó los 145 millones de dólares.

Según Agusto, los granos afrontaron un contexto internacional desfavorable, a partir de la incidencia del Covid-19, que hizo que la economía mundial se contrajera e incidiera en la demanda global de alimentos.

“A partir de este escenario, cuando hay una producción inferior a la del ciclo anterior, precios FOB de exportación más bajos y las cotizaciones para el productor en el mercado interno afectadas por más retenciones, repercuten en la economía nacional y provincial”, aseguró el economista.

La reducción en los ingresos se reflejará en una menor cantidad de divisas y en una caída en los ingresos por parte del productor que se traslada a toda la cadena agroindustrial, con su impacto directo en la inversión.

Grano por grano

Más allá de la pérdida económica y productiva, el balance de la campaña agrícola sigue siendo positivo desde el punto de vista de la sustentabilidad ambiental del modelo agrícola.

“Si sumamos la cantidad de hectáreas del maíz, trigo y sorgo, las gramíneas ya ocupan más de la mitad de la superficie destinada a la producción de granos en la provincia. Lo que es muy bueno para el suelo y para el ambiente”, destacó Marcos Blanda, secretario de Agricultura de la Provincia.

Soja. La oleaginosa sigue siendo el cultivo que más aporta a la economía de la provincia. En la última campaña, su producción tendría un valor bruto de 4.244 millones de dólares. A pesar de tener más hectáreas sembradas, en producción quedó relegada al segundo puesto por el maíz en los últimos tres años.

Según la Bolsa de Cereales local, su área implantada creció dos por ciento y fue junto con el trigo los granos que sumaron más hectáreas que en la campaña anterior Su producción sería de 12,96 millones de toneladas, 13 por ciento menos que en el ciclo anterior.

Maíz. Es el grano que lidera en volumen la producción agrícola en la provincia, un protagonismo que convierte a Córdoba en la mayor productora nacional del cereal.

Se trata del cultivo que más inversión requiere por unidad de superficie. En la última campaña, el costo directo promedio de una hectárea fue de 391 dólares, 40 por ciento más que la soja, que tuvo un gasto de 277 dólares por hectárea, según datos de la entidad bursátil.

La apuesta del productor cordobés fue a sembrar en el ciclo 2019/2020 más área con maíz. Implantó 2,71 millones de hectáreas, 190 mil hectáreas más que en la campaña anterior (siete por ciento), pero el clima hizo que la tecnología aplicada no se expresara en la producción. Debido a ello, el último número de la Bolsa muestra una producción estimada de 21,2 millones de toneladas, ocho por ciento inferior respecto al récord 2018/2019 de 22,9 millones de toneladas.

Trigo. El cereal sembrado en invierno y cosechado durante el último verano cerró la actual campaña una producción de 4,63 millones de toneladas. Este desempeño convierte a Córdoba en la segunda productora de trigo del país, luego de Buenos Aires.

Fue el cultivo que más creció en producción en términos porcentuales: 32 por ciento respecto a la campaña pasada, a partir de un área implantada que sumó 180 mil hectáreas más (11 por ciento).

Maní. En la última campaña, el cultivo mostró una menor superficie y también una caída en la producción. Las cifras de la Bolsa indican que se sembraron 270 mil hectáreas, seis por ciento menos que en el ciclo anterior, y que se recolectarán 840 mil toneladas: una caída de 5,6 por ciento.

Sorgo. Si bien su superficie no es significativa, las 90 mil hectáreas que ocupa le permiten a la provincia ser una de las líderes en la producción nacional. Con un área de siembra similar al ciclo anterior, su producción sería de 340 mil toneladas, 20 mil toneladas por debajo de la campaña pasada.

La falta de lluvias abre interrogantes sobre la nueva campaña agrícola

Mientras en el océano Pacífico, donde se terminan de definir los fenómenos climáticos conocidos como Niño (aporta lluvias por encima de lo normal) o Niña (precipitaciones deficitarias), no hay definiciones concretas, los modelos meteorológicos auguran por ahora un año con humedad restringida.

Según los especialistas, hasta el próximo verano las condiciones estarán regidas por un escenario con lluvias por debajo de lo normal. Lo que ya está casi descartada es la posibilidad de que se produzca un fenómeno Niño, con lluvias crecientes.

El déficit de precipitaciones ya fijó su patrón en la provincia durante el otoño y en lo que va del invierno. “El acumulado de lluvias durante abril y mayo muestra importantes déficits hídricos en todos los departamentos de la provincia, que son en promedio 62 por ciento inferiores al histórico para este período”, admitió la Bolsa de Cereales de Córdoba.

Durante el mes pasado, la falta de lluvias se agravó aún más. Según el reporte de la entidad, no hubo precipitaciones de importancia que pudieran revertir la situación.

En consecuencia, la baja humedad en el ambiente y en el suelo representó un problema para la siembra de los cultivos invernales en la provincia –en especial el trigo y el garbanzo– que vieron recortadas sus estimaciones iniciales.

 

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